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Actualidad

¿Hemos dejado de ser generosos?

El aumento de usuarios y la disminución de donaciones deja casi vacías las arcas del Banco de Alimentos de Burgos. La federación nacional a la que pertenece acaba de recibir el premio Príncipe de Astu

26 de Septiembre de 2012

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Angélica González / Burgos - miércoles, 26 de septiembre de 2012

La incorporación de ese batallón llamado clase media al estamento social recientemente creado y denominado no sin ingenio ‘los nuevos pobres’, esa gente que está sufriendo las consecuencias, ahora, durante la brutal crisis económica, de «haber vivido por encima de sus posibilidades» como no se cansan de repetir muchos políticos, ha hecho que las entidades de ayuda estén desbordadas. Hace poco conocíamos la situación de Cáritas.
Ayer, este periódico pudo comprobar que las cosas no están mucho mejor en el Banco de Alimentos, auténtico proveedor de las ONG de la ciudad (no entrega productos a particulares) en cuya sede los palés aparecen mediovacíos y los congeladores, vacíos del todo. Con la dulce resaca de acabar de recibir el premio Príncipe de Asturias de la Concordia -concedido a la federación que reúne a todos los bancos de España y dotado con 50.000 euros que se van a ir en comida- y la resignación de quien sabe que está en una pelea en la que no tiene todas las de ganar, el presidente de la entidad, Carlos Ortega Barriuso, explicaba que frente a este gigantesco crecimiento de la demanda, se han reducido notablemente las donaciones (el año pasado se cerró con 2,2 millones de kilos de alimentos regalados y hasta agosto del presente se ha contabilizado algo más de uno) y hacía un ruego: «Quisiera hacer un llamamiento a las empresas de la provincia para que, además de dar productos que están a punto de caducar, que nos donen otros que estén perfectamente vigentes porque la demanda, vuelvo a repetir, es cada vez mayor».
Ortega Barriuso repite muchas veces que ellos no piden nada para sí mismos, que funcionan con voluntariado y que andan «como tres en un zapato» para pagar alquiler, agua y luz y asegura que esta situación que está atravesando el Banco de Alimentos quizás nos esté poniendo a prueba a todos como sociedad: «Es la sociedad civil la que tiene que volcarse con nosotros porque si no ¿dónde está la solidaridad?».
El Banco de Alimentos, además, ha visto cómo caían a la baja (o directamente desaparecían) las subvenciones con las que se hacía frente a los gastos generales. Un convenio con el Ayuntamiento les ayuda con el alquiler (que paga a un particular)pero ese acuerdo no registra la subida del IPC, con lo que en la actualidad la entidad «tiene un déficit por este concepto de 500 euros anuales». A los proveedores de luz y gas también les da igual que este cliente sea especial y dé de comer a los que no tienen: «Esto lo hemos mirado y no hemos conseguido nada», dice, prudentemente, Carlos Ortega Barriuso, que insiste en que no quieren holguras «pero tampoco pasar penalidades».
En cualquier caso, el presidente sigue siendo optimista y se declara «partidario de los muchos ‘pocos’», por lo que la entidad está buscando recursos entre empresas amigas y particulares que siempre echan una mano. A todos ellos les invitará, seguro, el próximo 16 de noviembre, cuando su flamante nueva sede -lejos ya del complicado bajo que utilizaba antes- cumple un año.

BANCO DE ALIMENTOS
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